El Avión de Papel
Hacer
veinte mil diseños y llegar siempre al mismo, al más básico y al con más sentido.
Hacer veinte mil aviones de papel para que el primero y el último sean
exactamente iguales.
Hacer
veinte mil diseños de aviones de papel y en cada uno escribir que tu sonrisa es
la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes para que no lo
vieras ardiendo en rubor, escribirlo en cada uno de veinte mil maneras
distintas y con veinte mil colores diferentes, pero que aun así, sólo el primer
y el último avión, con la primera y la última forma de escribir que tu sonrisa
es la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes para que no
lo vieras ardiendo en rubor y el primero y el último color utilizado para
escribir que tu sonrisa es la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse
tras las nubes para que no lo vieras ardiendo en rubores increíble.
Cuando
concluí de escribir que tu sonrisa es la que enamoró al sol y lo hizo huir y
esconderse tras las nubes para que no lo vieras ardiendo en rubor por veinte
mil-ava vez, con el veinte mil-avo color en el veinte mil-avo avión de papel
que diseñé, noté por fin cómo debe ser todo esto: nuestro amor debe ser simple
y fugaz como el vuelo de un avión de papel, pero aun tiempo perpetuo como el
diseño de este avión.
Cuando
terminé el veinte mil-avo avión de papel, leí en él que decía claramente y con
bellas palabras que tu sonrisa es la que enamoró al sol y lo hizo huir y
esconderse tras las nubes para que no lo vieras ardiendo en rubor, con un color
tan penetrante e inalcanzable para la imaginación que sólo pude hacer una cosa:
estudiar física aeronáutica para poder doblar su punta de tal forma que al
lanzarlo desde un sexto piso fuera capaz de virar en 360° y me pasara a buscar
para que yo mismo, cual Otto el Piloto, lo piloteara.
Luego
de haber estudiado física aeronáutica para poder lanzar el avión de papel que
dice que tu sonrisa es la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras
las nubes para que no lo vieras ardiendo en rubor, con un color tan penetrante
e inalcanzable para la imaginación para que al doblar su punta de tal forma que
al lanzarlo desde un sexto piso fuera capaz de virar en 360° y me pasara a
buscar para que yo mismo, cual Otto el Piloto, lo piloteara, lo lancé y voló...
y voló mucho, pero en línea recta, puesto que olvidé doblar su punta. Primer
intento fallido.
Finalmente,
tomé el avión de papel del suelo, miré las miles de hojas de mis miles de
libros sobre física aeronáutica y mis dibujos con cálculos y garabatos y doble
su punta, acto seguido, lo lancé nuevamente y con esperanzas y sueños de locura
y canciones. Esta vez, el avión de papel, cuyo corazón rayado decía que tu
sonrisa es la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes
para que no lo vieras ardiendo en rubor con un color tan penetrante e
inalcanzable para la imaginación, voló en perfectos 360°con una pequeña baja en
su altura y 30 cm delante de mí. Salté sobre él y cual Otto el piloto, lo piloteé,
lleno de esperanzas y sueños de locura y canciones.
Ya
volando, lleno de esperanzas y sueños de locura y canciones y piloteando cual
Otto el piloto este avión de papel, cuyo corazón rayado decía que tu sonrisa es
la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes para que no lo
vieras ardiendo en rubor con un color tan penetrante e inalcanzable para la
imaginación, tenía claro mi destino: TROPESAR CON TU VENTANA, ROMPERLA Y
DEBASTARLA PARA PODER ENTREGARTE MI CORAZÓN Y ESTE AVIÓN DE PAPEL. Pero antes
debía llenar el resto de los espacios de papel con cosas interesantes y con
contenido de verdad. Es por esto que me dispuse a volar por el mundo y
encontrar los mejores presentes para ti, amor.
Mi
destino inmediato fue recorrer el océano pacífico, por toda la costa
sudamericana, deteniéndome exclusivamente en Isla de Pascua, en donde llegué
casi sin problemas y en donde fue todo casi como un viaje al pasado, puesto que
me encontré con la celebración anual de la competencia del hombre pájaro. Aquí
primero creyeron que yo era un enviado de los Dioses, por llegar en dicho
momento y volando de una manera muy extraña, por lo que enviaron al hombre más
capacitado, al mismísimo Tangata Manu (u hombre pájaro en su lengua), quién
había ganado recién la competición, donde tubo que cruzar nadando desde un
pequeño islote frente a Rapa Nui, de regreso a la Isla Grande y trepar el acantilado
marino a su cima. Un gran hombre, imagínate me hubiese golpeado él, creo que no
hubiera podido contarte esto. Al final, el Tangata Manu, con la misma tinta
natural con que tiñó su cuerpo para competir, dibujó el símbolo de su triunfo
en el interior de mi avión de papel y luego de una comida muy organizada y
festejada, me despedí entre bailes de despedida con las chicas más lindas de la
Isla y música interpretada por las mejores voces del mundo.
Luego
de una emocionante aventura en Rapa Nui, emprendí el vuelo hacia Australia y
porque sé que te gustaría ir algún día así, me traje algo muy especial de por
allá: la sombra de un bebé canguro y su madre. Por qué su sombra y no a los
animales mismos, te preguntarás y, bueno querida, la respuesta es muy simple y
se resume en la aventura que allí viví. Cuando llegué a Australia, luego de
cruzar el Océano Pacífico en mi avión de papel, cuyo corazón rayado decía que
tu sonrisa es la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes
para que no lo vieras ardiendo en rubor con un color tan penetrante e
inalcanzable para la imaginación, vi mucha gente correr, muchos animal y los
observé desde los cielos. Los miraba mientras hacían la vida como si nada a su
alrededor estuviera pasando y al mismo tiempo, pendiente de todos. Noté que en
Australia los humanos llevan una vida tan similar a la de los animales, con
menos preocupaciones y más libertades. Me gustó Australia. El caso es que,
mientras observaba tantos seres viviendo con libertad y guiándose por si
mismos, me fijé en una especie en particular, en una especie que tenía la
fortaleza y la delicadeza de defenderse de lo que sea y a la vez siempre con el
cuidado y la sutileza de poder estar siempre cuidando seres débiles e
indefensos como lo son sus bebés. Noté que los canguros son seres tan libres y
bellos, que en sus movimientos ellos sólo vuelan, flotan en el aire mientras
van tocando el suelo para recordad cuán cerca están de él. Se mueven con
belleza y gallardía, mezclado con un poco de elegancia y quizás una pisca de
rudeza. Así fue como decidí bajar hasta donde había una especie de colonia de
canguros que jugaban. Me miraron extrañados, pero sin miedo, pero con respeto.
Saben los canguros que el ser humano puede ser peligroso, pero afortunadamente
estos supieron adivinar mis intenciones y me recibieron con cuidado. Jugué con
bebés canguros por horas y hubo un momento en el que, sin darme cuenta, iba en
la bolsa de uno de los canguros, volando. Me sentía aun más libre que en mi
avión de papel y, mientras disfrutaba de la libertad, noté algo muy particular:
LAS SOMBRAS DE LOS CANGURAS DISFRUTAN DEL VIAJE, se ríen de la emoción de
correr, volar y saltar, de imitar los movimientos audaces de estos animales.
Era espectacular. Y entre todas las sombras, había un par en particular que me
agradaba mucho, era la de una mamá canguro con su bebé que corrían al final de
la manada, tranquila, liviana, audaz y despreocupadamente. El bebé me sonreía
de tanto en tanto y me hacía señas.
Cuando
la carrera se detuvo, el bebé canguro se me acercó junto a su madre y sus
sombras me sonreían, me hacían señas, querían seguir volando por el mundo, pues
ya no eran para seguir volando sólo por sus tierras, querían algo más y...
decidí dárselos. Justamente andaba Eliza Thornberrys en Australia y como yo sé
que habla con animales, le pedí que les dijera a los canguros que me llevaría
sus sombras para darles libertad, más de la que ya tenían y la mamá canguro me
autorizó con lágrimas en los ojos, pero feliz por la oportunidad. Así que la
sombra del bebé canguro y su mamá me acompañaron y subieron a mi avión de
papel, cuyo corazón rayado decía que tu sonrisa es la que enamoró al sol y lo
hizo huir y esconderse tras las nubes para que no lo vieras ardiendo en rubor con
un color tan penetrante e inalcanzable para la imaginación, y emprendimos el
vuelo rumbo a nuevos lugares por recorrer.
Mientras
volaba, noté lo felices que iban la sombra del bebé canguro y su madre volando
en el avión, llevaban cara de felicidad y eso, al parecer, nos hacía volar más
rápido, eran tan livianos e increíbles que yo iba encantado en nuestra nueva
dirección. Recorrimos muchos lugares, subimos por Indonesia hacia el norte,
pasando por Filipinas y luego Taiwan hasta Japón, luego en dirección oeste
pasamos por las Coreas y China, bajé hasta India y fuimos a Rusia, pasando por
muchos países y mucho desierto, claro. De esos lugares, todos los países que
recorrí hasta Rusia, tomé algunos recuerdos para ti, pero todos relacionados
con símbolos de amor.
Por
cierto, en medio de mis aventuras por esos lares, cuando estuve en Japón tuve
una aventura extraordinaria: PELEÉ JUNTO A GOKÚ PARA SALVAR LA TIERRA, pero esa
es otra historia, ya te la contaré amor.
Volviendo
a la historia, luego de estar en Rusia, hice algunos trámites pendientes que
tenía con la KGB y me dirigí al norte del mundo, a los países más
espectaculares que puede haber. Fui directo a Dinamarca, Finlandia, Suecia,
Islandia y Noruega. Esto países los visité con un solo fin, encontrar un
retrato mío que andaba perdido desde hace siglos, bueno, dos fines, pero el
otro te lo explico luego. Volé mucho en mi avión de papel, cuyo corazón rayado
decía que tu sonrisa es la que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras
las nubes para que no lo vieras ardiendo en rubor con un color tan penetrante e
inalcanzable para la imaginación, hasta llegar a encontrarme con una familia
muy antigua, que según me contaron los lugareños, eran los últimos Vikingos de
tomo y lomo de la tierra. Ellos sabían que yo llegaría y me estaban esperando
con un festín vikingo impresionante, con carne de alce y mucho hidromiel,
música por todas partes, todos bebiendo, saltando cantando, algunos luchando,
otros gritando y bailando. Era todo espectacular. Además, me esperaban con lo
que yo andaba buscando: MI RETRATO, el que fue hecho mucho antes de que yo
naciera, pero que fue creado especialmente para mi y para que siguiera haciendo
lo que mejor sé hacer. El retrato me tenía a mí cuidando en mi interior a una
pequeña jirafa, un pequeño lobo y un pequeño oso, simbolizando lo que mi nombre
significa: EL OSO QUE PROTEGE A LOS SUYOS CON EL CORAZÓN. El retrato estaba
hecho con algo muy especial también, estaba hecho con cenizas de cuerpos
bárbaros no tan bárbaros, las que se extrajeron en esas hermosas ceremonias
fúnebres que ellos tienen, en donde queman a sus difuntos en barcos funerarios
junto a ofrendas importantes y sus pertenencias (incluso sus esposas)
lanzándolos al mar y prendiéndoles fuego para ensalzar su grandeza y para ser
guiados al Valhalla, en donde disfrutarían de todas sus riquezas y la buena
vida del guerrero.
Quería
quedarme para siempre ahí, pero no podía. Decidí emprender mi rumbo y puse el
retrato en el Avión de Papel, cuyo corazón rayado decía que tu sonrisa es la
que enamoró al sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes para que no lo
vieras ardiendo en rubor con un color tan penetrante e inalcanzable para la
imaginación, para comenzar el vuelo, el cual no duró mucho, pues sólo subí más
en el mapa, un poco, para llegar al Círculo Polar (la otra cuestión que me
llevaba a los países nórdicos), precisamente a la Laponia Finlandesa en donde
sólo puedo guardar el recuerdo de estar dentro de aquel mítico lugar y haber
observado, como pocos, dos días y una noche, en donde no hubo oscuridad en
ningún momento y que creo que creo tiene que ser uno de nuestros próximos
destinos, amor. De todas formas, por si las moscas, dejo en el avión de papel
las coordenadas del paralelo donde estuve parado observando la vida misma, para
que me busques ahí si me pierdo.
Ahora,
habiendo vivido dos días espectaculares que prefiero contarte después, cambié
mi rumbo con dirección inmediata a los lugares que a ti te gustaría conocer
seguramente y junto a mi lo harás. Me fui directo a Irlanda y Escocia. Qué
hermosos lugares, especiales para vivir: Tanto verde, tanta fauna, tan bella
arquitectura, tan rústico todo lo que está lejos de las grandes ciudades y un
clima tan agradable al menos para mi. Me recuerda mucho al sur de mi
Chile hermoso. También el ambiente es genial, pues conocí a unos hombres locos
y rockeros, compartí con ellos un carrete* espectacular, con una banda que me
encantó y con una cerveza de un sabor exquisito. En la mañana, tuve mi primera
caña** de la vida y la bajé con más cerveza con limón, sal y merkén, que por
suerte tenía en la guantera del avión, para enseñarles las micheladas***,
compartimos otro rato y cuando se me pasó la embriaguez, decidí subir al avión,
pero me retuvieron, me dieron un café muy cargado y me subieron nuevamente al
avión con un regalo para ti, amor, un anillo de la trinidad celta, para
simbolizar nuestra unión, pues al parecer, en medio de tanto alcohol, les hablé
mucho de ti.
Aproveché
pronto la cercanía y me fui derecho a Londres y fui sólo para buscar una de
esas banderas que apostaría a que te gustan. También va en mi avión de papel.
En
Londres no sabía qué rumbo tomar, pues creía que mi camino estaba completo y
sólo quedaba una parada y fue entonces cuando decidí volar, nuevamente, en mi
avión de papel, cuyo corazón rayado decía que tu sonrisa es la que enamoró al
sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes para que no lo vieras ardiendo
en rubor con un color tan penetrante e inalcanzable para la imaginación,
piloteándolo cual Otto el piloto, lleno de esperanzas y sueños de locura y
canciones. Mas aquí, ya nada me apuraba, así que volé lento, muy, muy lento y
volé y volé lejos, muy, muy lejos, allá por el ancho mar atlántico, por sobre
un mar estrellado y un cielo lleno de anguilas fugaces y medusas campantes. En
medio del gran océano negro punteado y en medio de esa hermosa noche, decidí
dormir con mis recuerdos de una aventura extraordinaria (JÁ), piloteando cansado
por la travesía... cansado de tanto descansar y por desgracia, no sabía dónde
estaba. Estaba desorientado y perdido ¡pero sabía la hora! Gracias al bendito
celular que da la hora según la ubicación geográfica, pero que si no tienes
activado el roaming internacional, no es capaz de decirte dónde carajos estás.
Eran
ya las 3 de la madrugada en algún lugar del océano Atlántico y yo dormía cuando
me despertó una gota de lluvia que me alegraba al golpear mi frente, por
desfortuna, era una gota que formaba parte de un ejército de gotas y esa
precisamente era sólo la primera guerrera en llegar a una gran batalla entre el
cielo y el océano, una tormenta deliciosa o robusta que me tambaleó durante
mucho rato hasta que me sentí ahogado por las espadas y flechas con fuego
congelante que atravesaban a medio universo. Pronto me sentí sin fuerzas y peor
aun, sin aire y bajo el agua, quedando a la deriva de la vida y de la misma
muerte durante dos días y dos noches de las cuales no recuerdo nada. Inconsciente
estuve mientras el mar me arrastró y me despertó en las costas brasileñas donde
desperté perdido, desorientado e incluso alucinando un poco, y desafortunadamente,
no tenía idea de dónde estaba mi querido avión de papel, el mismo que había
piloteado tanto tiempo cual Otto el piloto, lleno de esperanzas y sueños de
locura y canciones y cuyo corazón rayado decía que tu sonrisa es la que enamoró
al sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes para que no lo vieras ardiendo
en rubor con un color tan penetrante e inalcanzable para la imaginación humana.
Durante
tres días con sus tres noches, viviendo de la nada misma, pregunté y pregunté
por todo el pueblito en donde estaba, si alguien había encontrado mi avión de
papel, lo busqué. Prometo que lo busqué por todas partes, pero nadie lo había
visto siquiera. Llegué a pensar que mi destino era vivir en Brasil por el resto
de mi vida, donde con esa misma idea en la mente, pensé que ya era momento de
resignarme, buscar un trabajo y bailar con unas garotinhas, donde en el acto y
a la distancia, divisé a un niño jugar alegremente con mi avión de papel. Decidí
recuperarlo, pero el niño se veía tan feliz lanzándolo, haciéndolo volar a cada
instante, que no supe que hacer hasta que recordé que tenía diecinueve mil
novecientos noventa y ocho aviones más, todos hechos de papel y con diseños
diferentes los unos de los otros, se los prometí y ofrecí regalárselos a cambio
de que él me diera el que tenía en ese momento. El niño al principio no aceptó,
pues él quería sólo ese avión, el más lindo de todos. Pero luego de que le
conté la historia de ti, de nosotros... y cómo había llegado allí, aceptó de
inmediato y con su mano embarrada, dejó un obsequio también en el avión al
igual que muchos otros en pro de nuestro amor.
Esa
tarde decidí salir en dirección a ti, rumbo a Temuco. Lo hice pero mientras
pasaba por sobre Machu Pichu decidí detenerme un rato y lo recorrí de monte en
monte, cada rincón de sus ruinas y hablé con cada quién pude hacerlo pero,
decidí que de allí no habría ningún recuerdo, pues ahí mismo, allí sería el
primer lugar que tú y yo visitaríamos y recorreríamos juntos como algo más de
lo que somos.
Al
atardecer del día siguiente, tomé mi avión de papel, el que piloteé por tanto
tiempo cual Otto el piloto, lleno de esperanzas y sueños de locura y canciones,
leyendo incluso de vez en cuando lo que iba rayado en su corazón, ahí cerca de
todos esos recuerdos de amor, donde decía que tu sonrisa es la que enamoró al
sol y lo hizo huir y esconderse tras las nubes para que no lo vieras ardiendo
en rubor con un color tan penetrante e inalcanzable para la imaginación humana.
Ese avión lo piloteé por última vez, hasta que llegué a tu casa, donde te lo
entregué, te besé y te conté todo esto que hice por ti.
*Carrete: en Chile este término
se utiliza para denominar a las fiestas de los “jóvenes”.
** Caña: en Chile refiere a la
resaca correspondiente al carrete.
*** Michelada: Trago chileno que
consta de cerveza con limón y sal con una pizca de Merkén, que a su vez es un
ají nacional molido, casi en polvo y bien rico.
1 comentario:
Soy de probar muchos diseños aunque normalmente suelen verse todos muy parecidos. Soy de viajar mucho y por eso siempre me interesan mucho los aviones en sus distintas versiones. En este momento estaba buscando conseguir Vuelos a San Pablo para poder disfrutar de las playas Brasileñas
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