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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Monólogo instrumental de una mente sin instrumentos


Monólogo instrumental de una mente sin instrumentos

        Se desvanece mi vida, lenta y apresuradamente, como si la lluvia melancólica se lanzara en picada sobre mi o como si el sol se hundiera en retazos del inicio de un mal día. Siento como la esperanza muere con bocetos de alegría. Veo el cielo azul de un cálido día, inusual y horrible, los veo inútil y desagradable.

         ¡Los odio a todos! No sé qué espero, ni qué necesito, ni qué quiero. Odio la ansiedad y la paz. Odio la luz y la sombra. Odio la libertad de mis cadenas. Odio a quién no quiere ser odiado. Le temo al rechazo de tu mirada insensata. Necesito contacto y aprobación, de preferencia tu beso cuando simulas que duermes. Me gustaría quedarme junto a ti mientras me amas, justo en ese momento de ojos cerrados e infancia acumulada.

          Deseo borrar la ansiedad y necesito borrar la tristeza. No estoy feliz así, pues para ser feliz necesito... necesito valorarme. Para ser apreciado, para no ser abandonado “necesito valorarme”. Debo reconocer mi propio valor. 

         No tengo valor alguno y menos el valor necesario para vivir junto a los seres que me podrían interesar. Entonces, soy la forma que muestro a los demás. Tal o cual cosa me representa, junto a elementos que yo mismo he creado en mi actuar. Nada más que las cosas que hacen que otros me reconozcan.
       Yo soy yo. Aún así, tengo mi distinción, mis pergaminos pegados a mi cuerpo: mis ropas, mi habitación, las cosas que he hecho alguna vez, las cosas que he dicho que he hecho y las cosas que he dicho que haré. Eso soy yo, yo cree ese mundo llamado YO: Las cosas que pienso que soy, ese soy yo. No soy más que yo mismo, el único que me entiende y el único al que debería importarle.

       Pero aún no tengo un Yo identificado dentro de mi, así que... no me entiendo. El yo presente es inestable, la gente alrededor del yo presente es inestable y el ambiente que rodea al yo presente es aún más inestable. Sin embargo, nada de eso durará para siempre, o al menos no debería durar para siempre. Debería ser como casi todo lo que se siente, a veces inestable, pero ferviente, algo intangible, pero cláramente indecente.

         El tiempo SIEMPRE fluye, junto con este mundo cambiante. Soy quien puede cambiar de acuerdo a cómo se comporte mi propia mente, pudiendo crear un mundo sin nada, un mundo sin nadie… un mundo de libertad, un mundo impaciente. ¿Libertad? El mundo de la libertad que nunca será reprimida por nadie, una libertad diferente.
         Como resultado, y como siempre, no hay nada. Salvo que piense en eso. Sí, ¡salvo que piense en eso! ¡Maldición! No sé qué debo hacer. Estoy intranquilo. Mi imagen de mi mismo, del Yo Presente, es muy vaga. Todo es muy vago.

       ¿Qué debo hacer en este nuevo mundo de libertad que pretendo crear? Quedar sin límites será aburrido, sólo flotar en la nada, no tiene sentido. Restringirme, es perfecto. Ahora me restringiré a través de un tope arriba y un fondo, perdiendo un grado de libertad y permaneciendo en el fondo, pues arriba podría ser peligroso. Se hace más cómodo. Se hace un poco más fácil mi camino, esa es mi voluntad. ¿Ésta es mi voluntad? ¿El mundo en el fondo, es el mundo que me rodea? Aún así, puedo moverme libremente. Si lo deseo, puedo cambiar la posición del mundo. El mundo no mantendrá la misma posición, pues cambia a medida que el tiempo fluye… creo. Y creo que antes estaba seguro de aquello.
         Yo también puedo cambiar junto a las cosas que me forman, que son mi propia mente y el mundo que me rodea. Ese es mi propio mundo. La forma real que he concebido. Esa es la realidad.

         Este es el mundo sin nada, el espacio sin nada, el mundo sin nada. El mundo sin nada más que yo. Estoy entendiéndome aún menos. Siento como si fuera a desaparecer. Mi existencia se desvanece porque no hay nadie más que yo y no puedo formar mi propia forma. ¿Mi forma? No puedo verme a mi mismo mientras no haya otros, pues en su existencia, está la mía. Sí. Yo soy yo. Aún así, es verdad que los otros forman la forma de mi mente.

         ¡Lo tengo! Hay muchos mundos, muchos mundos diferentes y con muchas posibilidades dentro mío: El yo del momento, no es siempre el Yo que soy y hay muchos en realidad, como si fueran diferentes egos luchando entre sí, dentro mío, para salir.

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