Sobre la libertad, la soledad y la confianza
Ya lo decía Chavela Vargas hace un tiempo y que hoy por hoy está tan de moda: “Lo supe siempre. No hay nadie que aguante la libertad ajena; a nadie le gusta vivir con una persona libre. Si eres libre, ese es el precio que tienes que pagar: LA SOLEDAD”. Y pienso que ella no está del todo equivocada, pues la gente no soporta a la gente libre. Les molesta que la vecina lleve dos o tres hombres distintos a su casa en la semana, les fastidia que el hijo de su amigo esté en una mejor universidad que su hijo, les carga que su primo tenga una mejor bicicleta que la suya. En resumen, todos tienen una moral diferente y los niveles de envidia hacen sucumbir a las personas en la decadencia de la humanidad. Sin embargo, también pienso que ella no soporta la libertad de los demás, porque no es libre. Por eso no puede vivir con más gente, pues una persona libre, perfectamente puede vivir con una persona libre. ¡Al menos yo podría!
El precio de la libertad, no es la soledad. No Señores. Una persona libre soporta, tolera, aguanta y comparte la libertad de otra persona. Es más, una persona libre, ni se preocupa de la libertad de los demás, no la cuestiona... a lo más vela porque no vulneren su propia libertad. Una persona libre, vive libre y deja libre a los demás. No se preocupa de qué hace el vecino, del auto que se compró o de la ventana rota que no ha arreglado hace meses. La persona libre no se preocupa de si su amigo hace dieta o se come 6 panes y almuerza 3 veces al día con un refresco de cola. ¡NO! Una persona libre los deja.
Una persona libre no es celosa tampoco, porque confía en sí mismo y deja que eso traspase la confianza a los demás. Un hombre libre, una mujer libre son personas que eligen a su pareja en base al amor y la confianza, son personas que si tienen un problema, sea del tipo que sea, lo conversan, en lugar de llegar y transgredir las libertades. Una persona libre, deja libre a su pareja. Y no, eso no significa que deja ir a la persona que le importa, a la persona que ama, sino que confía en dicho ser, pues en su libertad, basa la libertad del otro, en la confianza y en el amor.
Una persona libre, confía en sus capacidades, en su gente –pues cada uno puede elegir a su gente, hasta la familia la elegimos, si decidimos hacerlo- y, por sobre todo, confía en lo que cree. No les hablo de ley de la atracción y esas cacas, pues todos sabes que no sólo depende de cuánto quieras algo, también debes luchar por ellos y, hasta los cristianos lo dicen: “al que madruga Dios le ayuda”.
Una persona que confía, todo lo puede, puede ser amar ser libre y estar solo. Todo por separado o al mismo tiempo.
Y, a modo de sugerencia, para que vean que no vulnero vuestra libertad: PAREN CON SU WEÁ!! Si están solos, es porque quieren o no son capaces de elegir a quién está con ustedes.
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