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martes, 15 de febrero de 2011

El Cambio


El cambio

Esta mañana debía acompañar a un amigo al médico, tenía que mostrarle unos exámenes y luego nos iríamos a jugar ‘PLAY’. Todo salió mal. Por gran desgracia su doctora era muy guapa y sensual, parecía un poco desviada de la realidad e inmadura, mas no pude evitar mientras ella hablaba con mi amigo, escribir en su libreta de certificados que la quería invitar a almorzar “¿Quieres almorzar conmigo Soy el amigo de tu paciente J.J.C., y sólo quiero almorzar contigo, si aceptas mándame un mensaje a este número y ojalá que él no se enteré o me matará. B.”

Habíamos llegado a la casa de mi amigo y eran como las 11am y mientras él me boleteaba en PES2011 recibí un mensaje de texto, uno que nunca pensé recibir, para ser bien sincero, pero que afortunadamente llegó, decía “Está bien, juntémonos en la esquina del centro comercial y nos vamos a algún lugar, procura venir a pie para yo manejar, nos vemos a la 1pm, se puntual. Beso, Fernanda”. De ahí en más, sólo pude decirle a J. que era mi hermana y debía ir a la casa, acto seguido, corrí a preparar la comida. Dejé algo a medio preparar y la fui a encontrar. Todo fue extraño al principio y claro, sus primeras interrogantes fueron aclaradas a medida que me las preguntaba, mi edad, el qué hago, qué tengo, etc. Me pareció aun más superficial de lo que pensaba antes, pero no dejaba de atraerme. 

Ya en mi hogar, afortunadamente solos y mientras conversábamos simplemente me miraba y no pronunciaba palabra alguna, se veía preciosa. De pronto, sonó su teléfono y contestó muy a prisa, como si estuviera esperando esa llamada desde hace ya algún tiempo y se estuvieran demorando demasiado. No cuestioné su actuar, de hecho, me tocó a mí esta vez... la observé detenidamente, su sonrisa, su mirada coqueta mientras me miraba y decía “creo que tiene algo”, a lo que no pude evitar pensar que hablaba de mi, luego dijo “luego hablamos, ahora no puedo”, ahí comprendí que o hablaba de mi o hablaba con algún amante suyo... o tal vez su esposo.

Nuestra conversación siguió y me sugirió jugar a algo, en lo posible un juego de mesa, sólo tenía ajedrez y precisamente no pensé que fuese una jugadora, pero se lo ofrecí y me dio una gran sorpresa. Ella poseía una capacidad analítica sorprendente... o tal vez sólo tuvo suerte, eso me llevó a pedirle algo, por primera vez no ataqué como un lobo, sino que me comporté como un perro de caza y le pedí un beso, se sonrojó por completo, sonrió y me dijo “eres muy pequeño para mí, eso no está bien” yo sonreí también, le guiñé un ojo y dije “Es justo lo que pensaba. Jaque mate”. Me levanté de mi silla, tomé la reina blanca del ajedrez y la puse en su mano, acto seguido, la llevé a la cocina, tenía listo mi almuerzo. Comimos muy a gusto, o al menos eso me pareció a mí, nuevamente ella me observaba y sonreía, y decidí sentarme a su lado u no al frente, como eran nuestras posiciones, no sé por qué pasó eso por mi mente, mas no lo hice, sólo sonreí y le pregunté si tenía pareja, un novio, esposo, alguien con quien saliera... mi sorpresa fue grata cuando me contó que estaba soltera desde hace un tiempo, no pude evitar una sonrisa de satisfacción, no pude evitar sonreír aludiendo a mi felicidad, no pude evitar sonreír y mirarla cálidamente... y ella no pudo evitar sonreír y mirarme tímidamente.

Ya en el balcón, sentados y fumando un cigarrillo de sabor a menta, conversamos de la vida, conversamos de su familia, de sus estudios terminados hace algún tiempo, de su carrera y su trabajo... evité hablar de mí, me sorprendió su vida, me sorprendió sus capacidades, de poco en poco dejó de ser sólo una cara bonita, una simpática mujer y una agradable conversación, también sumó a eso una interesante conversación, con firmes puntos de vista, un historia interesante y una agradable mujer. Fumando ya el cuarto o quinto cigarrillo y con una cerveza en la mano de cada uno -lo que también me agradó bastante-, empezamos a observar a los vecinos de los otros edificios y a los de las casas de abajo, empezamos a hablar sobre ellos, sobre sus mascotas y a imaginar lo que decían, también les hablamos y nos invitaron a una fiesta para esa noche. En determinado momento, y no sé cómo, la estaba besando tiernamente y con mis manos sólo en su cintura, al parecer no le agrado y dijo “deja eso carajo y bésame firme”, no pude evitar reír mucho y contagiarla a ella. Nos paseamos por todo el pequeño balcón haciendo un espectáculo más o menos importante. Nunca conocí a una mujer así de interesante.

1 comentario:

Tania Medina S. dijo...

jajaja q buen relato y q lindo tu espacio.
Desde mi poemario virtual, besos***